De mica en mica...

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sábado, 5 de mayo de 2012

Entre la "pastilla" y la palabra.....

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=Aa83_NQw_kI

La desatención es una de  las manifestaciones conductuales por la que más se consulta en la actualidad. 

Partiendo del supuesto hipotético de que no existen niños escolarizados que no atiendan en absoluto. La cuestión es indagar dónde ubican su atención los niños desatentos. Luego, será necesario analizar qué le sucede a cada uno de estos niños que no encuentran otra manera de manifestar su sufrimiento que no sea el desborde, la desatención y/o la hiperactividad. 

Desde esta posición teórica, se entiende al niño como un sujeto en proceso de constitución psíquica y a la atención como una función yoica entramada en un campo intersubjetivo, relacionada con la percepción, la conciencia y el examen de realidad. Contextuados en este marco teórico, los trastornos en la atención se vinculan con la dificultad para investir libidinalmente determinada realidad o para inhibir procesos psíquicos primarios angustiosos (Janin, B., 2004). Si la atención es investidura, podríamos plantear que hay diferentes tipos de atenciones y de desatenciones

 En relación con los niños que no pueden atender, en ciertos casos podrá haber un sustrato neurológico comprometido, pero en todos ellos habrá un monto de sufrimiento que impediría la ligazón de fragmentos representacionales como proceso de investidura lograda y de inscripción historizada. En cambio, si solo se ve un conjunto de signos que es necesario acallar o reentrenar, es probable que se pierdan oportunidades únicas en el proceso de cura, para la elaboración psíquica de aquello que genera las condiciones de patologización. 

Se hace oportuno traer a la reflexión que idea subyace de lo que es la infancia y que se espera de los infantes según la época: 
 • Solemos pensar la infancia desde la idea que hemos construido, a lo largo de la propia vida, sobre lo que es un niño: representación forjada en base a la conjunción de lo que nos han transmitido, de las propias vivencias y de lo que la sociedad propone como modelo de niño. Pero esta representación de lo que se supone que debe ser un niño, de los niños ideales, choca contra los niños reales, de verdad, con los que nos encontramos cotidianamente. Y esto trae dificultades. 
• Un niño, en principio, es un sujeto en constitución que es parte de un mundo familiar, escolar, social. Y hay diferentes culturas, y diferentes espacios para el niño en cada cultura. • Hoy existe una exigencia desmedida en relación a qué debería hacer todo sujeto en los primeros años de su vida. Así, se supone que debe poder incluirse en una institución a los dos años, debe aprender a leer y a escribir antes del ingreso a la educación primaria y además debe soportar 7/8 horas de escolaridad y debe estar gran parte de esas horas quieto, atento y respetando normas. 
• Y no hay tiempo de juego. Suele haber espacios reglados para el juego, en momentos y espacios delimitados, pero no para jugar, libremente, solo o con quien se quiera jugar, sin adultos que reglen esa actividad. 
• Frente a esto son muchas las situaciones en las que los niños rompen lo esperable, rompen con ese ideal de niño. 
• Por otro lado, me parece que, en la época actual –que no es seguramente peor que otras pero tiene características específicas-solemos lanzar a los niños a una excitación excesiva, sin sostén y sin posibilidades de metabolizar a través del juego lo que les pasa.

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