De mica en mica...

De mica en mica...
Xerrades-Tallers-Espais familiars-Orientació per educadors ,educadores i persones vinculades amb l'àmbit de la infància i l'adolescència.

jueves, 13 de enero de 2011

Temps de transicions, compàs d'espera...


Paraules i humor....







Vaig faltar a la cita del Seminari de Psicoanàlisi i Educació - Seu de Tarragona de la CdC de desembre,però em serveixo de la referència de Joan Gibert( psicoanalista i Professor de psicologia i pedagogia IES Narcís Oller – Valls) per difondre les reflexions i comentaris del psicoanalista   de Barcelona,Vicente Palomera :



Transiciones en la adolescencia



El pasado miércoles 1 de diciembre intervino como invitado al Seminario, “Adolescentes en el aula: dificultades e invenciones”, nuestro querido colega y amigo Vicente Palomera.

De su exposición acerca de “Las transiciones de la adolescencia” me gustaría rescatar sus aportaciones más vivas y novedosas. Para ello, aunque resulte paradojal en lo relativo a lo nuevo, voy a situar en primer plano su referència a Freud en “Contribuciones al simposio sobre el suicidio” de 1910. Una referencia que cien años después conserva todo su vigor y vigencia, juzguen sinó:

“La escuela secundaria, empero, ha de cumplir algo más que abstenerse simplemente de impulsar a los jóvenes al suicidio: ha de infundirles el placer de vivir y ofrecerles apoyo y asidero en un período de su vida en el cual las condiciones de su desarrollo los obligan a soltar sus vínculos con el hogar paterno y con la família”

y prosigue:

“Me parece indudable que la educación secundaria no cumple tal misión y que en múltiples sentidos queda muy a la zaga de constituir un sucedáneo para la família y despertar el interés por la existencia en el gran mundo. No es esta la ocasión de plantear la crítica de la educación secundaria en su estado actual; séame permitido, sin embargo, destacar un único factor. La escuela nunca debe olvidar que trata con individuos todavía inmaduros, a los cuales no se puede negar el derecho de deternerse en determinadas fases evolutivas, por ingratas que éstas sean. No pretenderá arrogarse la inexorabilidad de la existencia; no querrá ser más que un jugar en la vida”.

Disculpen la extensión de un cita literal tan amplia, aunque obligada por múltiples razones, unas ya esbozadas, otras implícitas en el texto.

Es harto frecuente escuchar que las instituciones educativas han de transmitir saberes. No lo es tanto, sin embargo, escuchar que deben alentar el placer de vivir. ¿El acceso a los saberes y al placer de vivir, son acaso incompatibles? No lo creo. Aquí se trata, a mi parecer, de desplazar el acento sobre el placer de vivir. Un placer que no sólo no seria ajeno al saber, sinó que constituiria el verdadero leif motive para acceder a él.

Aparte de los contenidos expuestos, en relación al púber y al adolescente, hubo más. Desde la extrañeza al propio cuerpo y su confrontación a los ideales de la infancia, hasta la dificultad de traducir en palabras aquello que le pasa. Desde la referencia a “El despertar de la primavera”, hasta la necesidad del adolescente de inventar un sueño para soportar la vida. Desde la búsqueda de su identidad sexual hasta encontrar un sentido a la existencia.

En todos los casos se trata de confrontarse al agujero de falta en saber ante el cual cada uno debe intentar hallar su respuesta, la propia. Tarea nada fácil para nadie; menos aún para el aprendiz de adulto que constituye el adolescente.

Otros apuntes destacados de la exposición de Vicente Palomera serían el derecho de todo adolescente a detenerse y a hacer un síntoma. Un lapsus le permitió ilustrar este punto, el derecho a hacer una parada en los estudios devino ejemplar para poner de relieve el retraso de un curso escolar que tuvo lugar en su devenir académico.

La adolescencia constituye una delicada transición a la edad adulta; una transición no exenta de conductas de riesgo como velocidad, toxicomania, alcoholismo, anorèxia y fugas; ni de inquietudes que le empujan a buscar nuevas compañías y nuevos escenarios en los que actuar.

No debemos olvidar que los adolescentes tienen como tarea principal separarse de la família y que en esta coyuntura los más recomendable es estar atentos a sus llamados de ayuda para, llegado el caso, acompañarlos y prestarles apoyo.

En cualquier caso se trataría de despertar las ganas de vivir que darían lugar al deseo de saber. Dicho de otro modo: sin ganas de vivir jamás aparecerán las ganas de saber. Aviso para navegantes en aulas revueltas!

Joan Gibert 8/12/2010
jgiberts@copc.cat

No hay comentarios:

Publicar un comentario