"Si siempre quieres tener razón, nunca tendrás la verdad"
Cuando eres niño, tu familia te adjudica un papel y así te
conviertes en el tonto o el listo; el vago o el empollón; la guapa o la simpática... de la familia.
Y lo sigues siendo toda tu vida. ¿Y si te toca ser el vago, el feo y el tonto de la familia?
Tienes un problema, pero no menor que el que deciden que sea
el listo, el guapo y el emprendedor. Porque ni uno ni otro han elegido ese
papel y, hasta que no descubra que representa un personaje que no es él, estará
viviendo una vida que no es la suya.
¿Y descubrirlo es crecer?
Para crecer tienes que tomar conciencia de ese guión que tu
familia escribió para ti: descubrir el papel que te asignaron y por qué.
Por ejemplo...
Tal vez la familia necesitaba un mochuelo que cargara con
las culpas de todos, o un cerebrín que les compensara con sus éxitos de cierta
marginación social... Y te tocó a ti serlo. Las razones por las que te asignan
un papel son infinitas, pero lo importante es que las descubras. Sólo cuando lo
hagas podrás empezar a ser tú mismo.
¿Y si sigo viviendo tan tranquilo?
Estarás condenado a repetir las pautas y los valores que te
dio tu familia. Tal vez nunca entres en conflicto con ellos, porque es más
cómodo representar el papel que te asignaron que vivir tu propia vida. Si tu
familia era rica, conservadora y biempensante y tú jamás te planteaste dejar de
serlo, serás un hijo obediente, pero... ¿serás tú?
¿Y si me hago monje zen?
De algún modo –al rebelarte– sin saberlo estarás viviendo su
guión, no el tuyo: lo estarás cumpliendo, aunque sea al revés.
No veo a tanta gente atormentada.
Hasta que un día entran en crisis. Y entonces todos queremos
una solución rápida.
¿La hay?
Si llevas 20, 30, 40, 50, 60 años viviendo una vida que no
es la tuya, no esperes descubrirlo y reconstruirte en diez minutos. Tienes que
comprenderte a ti mismo.
¿Cómo?
Los caminos son muchos y cada uno elige el suyo:
psicoanálisis, constelaciones familiares, meditación o simplemente aprender a
autoanalizarse... Cualquier método de introspección puede ayudarnos a descubrir
y después reescribir el guión de nuestras vidas.
Me alegro de que no venda una receta.
Ni siquiera creo descubrir nada. Lo que yo digo es tan
antiguo como la humanidad, pero por eso mismo se ha vuelto tan actual
olvidarlo: conócete a ti mismo.
¿Por qué lo olvidamos tan fácilmente?
Porque así eludimos responsabilidad: es más cómodo pensar
que la causa de nuestros problemas siempre es externa. Lo que te pasa siempre
es culpa del trabajo, de tu pareja, de tus padres, de tus hijos... cuando, si
tienes cuarenta años, lo cierto es que llevas cuarenta años montando ese
problema que te estalla ahora. Tu vida es un puzle que has construido contigo
atrapado dentro. Tienes que entender cómo lo armaste para aprender a salir de
él.
De nuevo: ¿cómo?
La mayoría de nosotros no tenemos una mirada global sobre
nuestra propia construcción psíquica. Vemos nuestra vida como una obra de
veinte actores en que cada uno repite como un loro su guión sin escuchar a los
demás. Para empezar, debes dejar deempeñarte en tener siempre la razón y
empezar a preocuparte por tener la verdad.
¿Qué me sugiere?
Bájate del escenario de la vida para ver qué papel haces en
ella y lo que se organiza a su alrededor. Y para bajarte, encuentra a alguien
que te diga lo que no quieres oír. ¡Eso es muy fácil! No me refiero a tus
enemigos, sino a un amigo que te diga la verdad, porque el enemigo te dirá
cosas que no te gustan pero que no siempre son ciertas; el amigo te dirá cosas
ciertas, aunque no siempre te gusten.
¿Por dónde empezamos?
Pon en perspectiva: admite que ni tú ni tus problemas son
tan importantes.
¿Por qué no empieza usted misma?
Yo me quedé embarazada y fui madre sin quererlo, sin que mi
identidad fuera la maternidad. De repente, me di cuenta de que tenía un niño
que requería toda mi persona y no sólo el trocito de madre que le quedaba a él
después de haberme realizado en todo lo demás: profesional, mujer atractiva,
intelectual, mujer con vida social...
¿Y cómo lo solucionó?
No hay soluciones, sólo hay verdades y mentiras. La verdad
es que mi hijo había nacido para ser el centro de mi vida, pero él percibía que
no lo era y llamaba la atención sobre eso portándose mal.
¿Eso acaba en trauma de por vida?
No sólo de por vida, también de generación en generación: si
usted no aprende a amar del amor de sus padres, ¿dónde va a aprender cómo
dárselo a sus hijos? ¿Cómo cortar ese encadenamiento de desamparos?
¿...?
De nuevo, con conciencia. Tienes que descubrir que lo que
viviste de niño es diferente de lo que crees que viviste o te han hecho creer
que viviste...
¡Y volvemos al principio!
Porque nuestros recuerdos son los que nos han dado y no lo
que en verdad sucedió. Pero eso no es sólo un drama, también es una
oportunidad. Es un trabajo emocionante el que tenemos por delante hasta
descubrirlos y así descubrirnos.
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