Infancia profesionalizada
Artículo publicado en:Revista Anales de la Educación
Mariana Salvi. Psicòloga (UNLP). Treballa en l’àmbit de l’orientació a les famílies en espais d’acollida i escoles, impartint tallers i xerrades formatives per a educadors/es i mestres, a través de diferents programes que el Departament de Benestar Social i Família de la Generalitat de Catalunya desenvolupa en tot el territori català.
Reflexionar sobre infancia, educación y creatividad en cualquiera de sus combinaciones posibles nos conduce a la encrucijada actual de lo que podíamos llamar la “infancia profesionalizada”.*
En una época, el discurso Psi en la Argentina con su exceso de interpretación psicologizaba la vida escolar. Se ha producido un deslizamiento de la psicologización a procesos de patologización. A partir de esta idea de infancia profesionalizada se abriría una cadena asociativa por la vía de infancia medicalizada, protocolizada, logopedizada, rotulada, etiquetada…
Una sociedad medicalizada. El DSM
¿Qué supone y cómo nos afecta vivir en la era de la ciencia? En esta época donde faltan referencias e ideales sólidos hay quienes tratan de convertir la ciencia en un Ideal “de los de antes”. Este ideal científico, tiene su representación en el DSM [1], un manual que describe los trastornos mentales cuya primera edición, allá por 1952, surge al mismo tiempo en que se constituían la Declaración Universal de los Derechos del Niño (1959). Dicho manual ha ido creciendo, en su primera edición era más delgado de lo que es ahora, con más de 400 trastornos. Vivimos un tiempo en el cual el cientificismo se alza como la nueva “fe” atea y se asocia a ese carácter técnico obsesionado por cuantificarlo todo, así que se avecina el DSM 5. Nos encaminamos hacia una sociedad medicalizada y es más frecuente observar un uso religioso de la ciencia Si no estamos enfermos, estamos en riesgo de estarlo, con lo cual hay que tratar ese riesgo.
La medicalización es un proceso que transforma aspectos de la vida cotidiana en un trastorno: ser distraído, lento, movido, tener berrinches. Hay etiquetas para todo lo que los niños manifiestan a través de sus síntomas o de sus angustias. La cuestión no sería negar los avances que favorecen el progreso de la ciencia sino preguntarse qué efectos tiene el borramiento de lo subjetivo que la ciencia produce en beneficio de lo empírico. Entendemos lo subjetivo como lo más particular que cada uno tiene.
¿Qué es un niño?
Cada época tiene exigencias e ideas de infancia diferentes. Cabría preguntarse qué es un niño, que es ser un niño hoy. La Wikipedia dice:
Una demostración de las transformaciones que ha experimentado la experiencia de los niños a lo largo de la historia y de las culturas queda en evidencia si se comparan los cambios en la estructura de la familia, las formas de crianza (como el uso de nodrizas), la práctica en el uso de juguetes, la literatura infantil, el desarrollo de políticas públicas y de la doctrina de los derechos del niño. El siglo XX es el que ha mostrado mayores cambios en este aspecto, lo que fue anticipado por Ellen Key al anunciar en 1900 que esta centuria se constituiría en “el siglo de los niños”. [2]
En una entrevista imaginaria a Maria Montessori, se le preguntó por su concepción sobre el niño y la respuesta fue:
[…] El niño es una abstracción filosófica inexistente. En las escuelas hemos tenido hasta ahora como principio de justicia la uniformidad niveladora de los escolares. Una igualdad abstracta que lleva a todas las individualidades infantiles hacia un tipo que no puede ser llamado ideal porque no representa un ejemplo de perfección […]
– ¿Quiere decir que el niño es en realidad una “construcción”, una idea de los adultos?
No, no, todo lo contrario. Se ve que usted piensa desde su siglo. Mi idea es otra. Cuando se dice que el padre y la madre “construyen” los hijos se repite una expresión inexacta. Es preciso decir que el hombre ha sido construido por el niño, éste es el padre del hombre.
Es sobre el niño que caerán y se grabarán todos nuestros errores y es el niño el que escogerá los frutos de manera indeleble. Nosotros moriremos, pero nuestros hijos sufrirán las consecuencias del mal que habrá deformado su alma para siempre.
Los deformadores políticos, revolucionarios de nuestro tiempo, se apoderan del niño para que sea un instrumento dócil de sus futuras intenciones. Por todos lados, lo mismo para el bien que para el mal, pero ya sea con la finalidad de ayudarlos o con el objetivo interesado de servirse de él como instrumento, el niño está ahora presente. Ha nacido como individuo social. Es fuerte y penetra en todos lados. Ya no es únicamente un miembro de la familia; ya no aquél que el domingo, con sus vestidos de fiesta, se paseaba dócilmente de la mano del padre. [3]
Se hace oportuno revisar qué idea subyace de lo qué es la infancia y que se espera de los infantes según la época:
• Se piensa a la infancia desde la idea que se ha construido a lo largo de la propia vida sobre lo que es un niño: representación forjada en base a la conjunción de lo que nos han transmitido, de las propias vivencias y de lo que la sociedad propone como modelo de niño. Pero esta representación de lo que se supone que debe ser un niño, de los niños ideales, choca contra los niños reales, de verdad, con los que nos encontramos cotidianamente y esto trae dificultades.
• Un niño, en principio, es un sujeto en constitución que es parte de un mundo familiar, escolar, social y hay diferentes culturas, diferentes espacios para el niño en cada cultura.
• Hoy existe una exigencia desmedida en relación con qué debería hacer todo sujeto en los primeros años de su vida.Así, se supone que debe poder incluirse en una institución a los dos años, debe aprender a leer y escribir antes del ingreso a la educación primaria y además debe soportar 7/8 horas de escolaridad estando quieto gran parte de esas horas, atento y respetando normas.
• No hay tiempo de juego. Suele haber espacios reglados para el juego, en momentos y espacios delimitados, pero no para jugar libremente, solo o con quien se quiera jugar, sin adultos que reglen esa actividad. Frente a este panorama son muchas las situaciones en las que los niños rompen con ese ideal de niño, con lo esperable.
• Solemos lanzar a los niños a una excitación excesiva,sin sostén y sin posibilidades de metabolizar a través del juego lo que les pasa.
Tal como explica Ken Robinson,[4] nuestro sistema educativo fue concebido para satisfacer las necesidades de la industrialización: talento sólo para ser mano de obra disciplinada con preparación técnica jerarquizada en distintos grados y funcionarios para servir al Estado moderno.
¿Cómo educar en esta época “líquida”?
Respecto a cómo enfrentar la desorientación de esta “época líquida”, Bauman, refiriéndose a la dificultad de educar hoy, ha dicho que la idea de escolarización, como resultado del crecimiento de información actual, también cambia. Ha comparado la paideia griega, el modelo a seguir, con la fragilidad actual. La paideia era un modelo que variaba muy poco, con lo cual la educación intergeneracional sufría pocos cambios. Este modelo ha llegado, con versiones humanistas, hasta nuestros días. Al decaer esta tradición humanista, se impone no mirar al pasado como única referencia, puesto que el presente es inestable y el conocimiento provisional.
Otro aspecto a considerar es el consumismo característico de estos tiempos, que no se define por la acumulación de las cosas sino por el breve goce de éstas. Desde esta visión se concibe a la educación como un producto, más que como un proceso. Así la educación parece abandonar la noción del conocimiento útil para toda la vida, para sustituirla por la noción del conocimiento de usar y tirar.[5] Se hace evidente, entonces, que la equivalencia entre éxito escolar y triunfo en la vida sería una falacia que simplifica la lectura de las producciones de los niños.
En el ámbito educativo suele confundirse la creatividad con el hecho de tener aptitudes para las disciplinas artísticas. La creatividad, en sentido amplio, es lo que cada persona pone en juego cuando le toca enfrentarse a un problema, observar, analizar posibilidades, experimentar, tomar decisiones, “inventar” una solución allí donde no existía, imaginar alternativas.
Crecer seguros: confianza y sostén
Es bastante difícil para un niño crecer seguro si no siente que se aceptan sus intereses o que sus logros no encajan respecto a las expectativas o los resultados que se espera anticipadamente que él consiga en un tiempo y maneras predeterminadas. Si no se respetan sus características individuales no se le hace fácil recorrer el camino que a él en singular le permitiría apropiarse de esa parte de la realidad.
No existen recetas universales, pero favorecería el desarrollo emocional de los niños el acompañamiento, el préstamo de confianza y el sostén que se les puede ofrecer para sentirse reconocidos por alguien significativo. Alguien tendrá que ejercer esa función de sostén que organiza el psiquismo infantil. Es importante para ellos que alguien pueda y quiera escucharlos cuando comienzan a tener conflictos o dificultades con las relaciones con los otros. Esa posibilidad de dirigirse a otro para explicar lo que les pasa, confesar sus temores, que lo ayuden a poner nombres a esos sentimientos y emociones será una gran ayuda para soportar las limitaciones y las frustraciones que implica salir a un mundo que se amplía más allá de la familia.
La oposición no es entre alumnos buenos y obedientes versus alumnos malos y rebeldes (Winners vs Losers). Sin generalizar, debería observarse que un buen alumno puede ser el más adaptado, el más obediente y cumplidor, pero también el más temeroso y el menos creativo y que el que se rebela, puede ser el que piensa e interpela, el curioso (y puede que, hasta se aburra en la clase).
Por ello siempre es conveniente ir más allá de las apariencias del comportamiento de los niños, sólo así será posible entender algo de lo que viven tal como ellos lo sienten y lo entienden incluso cómo lo actúan. En muchos casos conductas aceptables y aparentemente bondadosas, sin cuestionamientos ni desvíos pueden estar ocultando por ejemplo, un miedo al crecimiento y a la autonomía o disfrazar, bloquear agresividad. Es aconsejable respetar la libertad y creatividad de cada niño y así favorecer en ellos la iniciativa y toma de decisiones.
Los síntomas infantiles a veces indican una solución que no se encuentra o que no funciona.No todas las infancias son iguales y no solo porque el ambiente y la familia en que crece un niño no es igual en todos los casos, lo cual puede incidir pero no es determinante, sino porque lo subjetivo también cuenta, por ejemplo entre hermanos puede haber notables variaciones Lo que importa es lo que el niño pensó de eso que le ocurrió, cómo lo elaboró, qué solución encontró. Esta solución que sirve para un sujeto puede muy bien no servir para ningún otro.
Atenciones y desatenciones: “cada cual atiende su juego”
La desatención es una de las manifestaciones conductuales por la que más se consulta en la actualidad. ¿Se tratará en todos los casos de desatención o como dice la canción, cada cual atiende su juego? Si se supone que no existen niños escolarizados que no atiendan en absoluto, la cuestión sería indagar dónde ubican su atención los niños desatentos. Será necesario analizar qué le sucede a cada uno de estos niños que no encuentran otra manera de manifestar su sufrimiento que no sea el desborde, la desatención y/o la hiperactividad.
Este marco teórico entiende al niño como un sujeto en proceso de constitución psíquica y a la atención como una función yoica entramada en un campo intersubjetivo, relacionada con la percepción, la conciencia y el examen de realidad, así los trastornos en la atención se vinculan con la dificultad para investir libidinalmente determinada realidad o para inhibir procesos psíquicos primarios angustiosos. [6] Si la atención es investidura, podríamos plantear que hay diferentes tipos de atenciones y de desatenciones.
El tiempo del placer, el tiempo del juego
Los niños necesitan disponibilidad de espacio y tiempo. Tonnucci observa que el tiempo “perdido” es el más aprovechado sin embargo hay que emplear aprovechar todo el tiempo para hacer cosas importantes. En este tiempo libre el niño puede vivir experiencias fundamentales como el juego, pero necesita unas condiciones que hoy son difíciles de encontrar, como ser no tener un control directo. El juego pertenece al mundo del placer y el placer no puede vivirse bajo control. Esto que parece muy sencillo pensado en placeres adultos, resulta difícil concedérselo a los niños. Para vivir una experiencia propia, el niño necesitaría tener suficiente libertad, tiempo libre para disfrutarlo y un espacio disponible.
Casi todo lo que los humanos hacen, saben, piensan, esperan o temen ha sido experimentado, practicado o al menos anticipado durante la etapa del juego infantil. El científico juega con sus observaciones, el filósofo con sus concepciones del mundo, el artista con los materiales, la bailarina con su danza, el comerciante con las ideas de venta. Los contextos educativos deberían habilitar y sostener esos espacios de aprendizaje y experimentación, ofrecer confianza y un tiempo disponible donde jugar acompañados en vez de controlados. No podemos ser nada sin jugar a serlo.
[1] Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales
[2] La obra más conocida de Ellen Key acerca de educación se titula Barnetsarhundrade (Volúmenes I y II, 1900), en español El siglo del niño. Cfr.en Perspectivas: revista trimestral de educación comparada, París,UNESCO, Oficina Internacional de Educación), vol. XXIII, n° 3-4, 1993, págs. 873-886
[3] Cfr. en http://libroscolgados.blogspot.com.es/2010/06/dialogos-con-maria-montessori.html, sitio consultado abril 2013
[4] Cambiando paradigmas Sir Ken Robinson http://vimeo.com/16669082
[5] Bauman, Zigmunt, Los retos de la educación en la modernidad líquida,Barcelona, Gedisa, 2008
[6] Janin, Beatriz (2004) Niños desatentos e hiperactivos. Reflexiones críticas acerca del trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad, Novedades Educativas, Buenos Aires
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