En los tiempos que corren, la educación y las educadoras parecen ser un “bien prescindible” si ponemos el foco en las políticas de recortes que se vienen aplicando y con esto no estoy diciendo nada nuevo, pero como dice don Eduardo Galeano:
“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”
Y así es como lo hace Verónica Bronstein y el Institut de la Infància con las apuestas de formación para educadoras. Al menos hay dos porqués para entenderlo así. Uno, porque frente a un panorama poco esperanzador y paradójicamente cada vez más exigente en cuanto a la profesionalización y especialización de los curriculums es una verdadera innovación ofrecer una formación experimental para quienes se espera introduzcan y posibiliten un cambio en los niños y niñas que están educando.
Y dos, porque si la educación emocional es un aprendizaje que hace falta construir desde la vivencia, sólo abriéndonos a vivir una experiencia emocional podemos ser capaces de saber y comprender que son las emociones, como actúan en nosotros y como puede ser que estén actuando en el otro.
Así fue como con las aventuradas maestras-alumnas realizamos una excursión a un taller de sushi.
El profesionalismo que subyace a taller monográfico está en presentar herramientas innovadoras durante una formación con un “dossier que se lleva puesto”.Arriesgado pero para nada improvisado sino resultado de un recorrido entre la teoría y la práctica de quien lo transmite, reflejando un trabajo directo con los niños tanto en contexto clínico como educativo que permite explicar una realidad infantil y familiar interna y externa de una manera difícil de adquirir si solo queda reducida a claustros académicos o lecturas teóricas. Animando al uso de los cuentos y los diferentes materiales para la expresión, como la pintura, el dibujo y la construcción de cosas.
Quiero destacar que una mirada desde esta filosofía puede dar calidad al trabajo de un maestro, y que éste debe aprender a verse y escucharse como parte del campo sobre el que pretende actuar, para lo cual hace falta algún de tipo de trabajo personal. Después de este curso, según mi parecer ninguna participante pondrá en duda que las emociones son el origen y la causa de muchas de nuestras acciones y reacciones.
Si las emociones constituyen la base de lo que hacemos o dejamos de hacer, es muy probable que el comportamiento de aquel alumno responda a una situación emocional. Es decir, la causa fundamental de lo que está pasando es emocional. Por lo tanto, si hacemos una intervención a la conducta pero no a la causa, la intervención acaba resultando poco efectiva. Si no entramos en el ámbito emocional del alumno es muy difícil poder tener una intervención que sea efectiva. Y aún, más allá del comportamiento, en lo que se refiere a los aspectos cognitivos, debería considerarse que como alguien dijo: “Lo cognitivo en la educación es como una rotonda. Hasta que no cogemos la salida de lo emocional y corporal, solo damos vueltas y vueltas”.
A modo de conclusión creo que en este laboratorio emocional de aprendizaje se ha resaltado la importancia de la disponibilidad y flexibilidad del personal docente para captar la manera singular en que cada alumno manifiesta sus iniciativas y demandas. Pero, por el contrario, sería erróneo pretender tener un saber a priori sobre lo que los niños necesitan en un sentido genérico o sobre la forma en que lo expresan, pues esto sólo puede ser posible en relación a cada infante en particular y únicamente a través de una interrelación de proximidad afectiva.
En el marco de este clima interactivo, se genera la apertura de un espacio que va a dar lugar necesariamente a las diferencias individuales, tal cual sucedió a la hora de expresar sus sensaciones a ellas, las maestras como protagonistas de esta experiencia de aprendizaje. Es decir que, cada educadora o maestra, va a sentir de una forma distinta y peculiar la relación con cada alumno en particular, así como también cada uno de ellos establecerá con cada uno de los maestros una relación singular, de mayor o menor proximidad, y con características propias.
Es importante que estas vivencias tan personales que se generan en el contacto cotidiano con cada niño y sus familias, y que cada una sentirá de acuerdo a su propia historia, puedan ser tenidas en cuenta y puedan ocupar un lugar en instancias en las que sea posible reflexionar sobre ellas para que las mismas no interfieran en la disponibilidad del personal para la tarea.
En este sentido, el trabajo formativo con el equipo del Institut configura la apertura de espacios de reflexión en los cuales el sentir de cada uno, adquiere un lugar y una entidad diferente. Lejos de obstaculizar la tarea, así entendidas, las vicisitudes personales en la interrelación con cada niño y sus familias, constituyen un instrumento fundamental para la misma y una vía para la sensibilización y el acercamiento entre las partes.
Es responsabilidad de cada uno seguir profundizando un camino que resuena con algo que uno “no sabía que sabía” o seguir “fent de tastaolletes” respecto a diversas teorías.
La mesa está servida para seguir compartiendo con quienes les apetezca este menú a la carta en lo que formación refiere.
Bon profit!
Mariana Salvi
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