A modo de presentación podría decir que se trata de un lugar de socialización temprana al que acuden los niños y niñas de 0 a 3 años acompañados por sus madres, padres , abuelas o abuelos
Se caracteriza por ser un lugar de recreación y encuentro en el que los bebés son tratados como sujetos, donde no inscribimos a nadie previamente ni apuntamos sus datos, se respeta el anonimato y es gratuito para los asistentes.
La propuesta surge como una más entre otras que existen dirigidas a la primera infancia en una época en la que la educación y la crianza de los niños ocupan estantes enteros de prestigiosas bibliotecas y librerías. Es oportuno mencionar que hay un rasgo diferencial, se trabaja con familias, pero los protagonistas son los niños y niñas. Nuestra intención es acompañarlos a unos y otros en el proceso de familiarizarse, lo que representa filiar a un hijo mientras se va construyendo el vínculo madre/padre- hijo/hija. Siempre teniendo en cuenta que mucho de lo que se asume acerca de lo que es “normal” o “natural” en el desarrollo de un niño se basa en “paradigmas culturales”.
Es fundamentalmente un espacio de humanización inspirado en la filosofia de Francoise Doltó donde solo cuenta la presencia humana, es decir el niño o la niña vienen acompañados de un adulto que no se marcha mientras està allí. Está interactuando con la criatura, también descansa y se ocupa y se encuentra con semejantes.
Es fundamentalmente un espacio de humanización inspirado en la filosofia de Francoise Doltó donde solo cuenta la presencia humana, es decir el niño o la niña vienen acompañados de un adulto que no se marcha mientras està allí. Está interactuando con la criatura, también descansa y se ocupa y se encuentra con semejantes.
Yo no intervengo de manera programada, ni realizo ningún tratamiento como tampoco ninguna observación formal ni ninguna experiencia en concreto. Sin embargo esta presencia , el estar sencillamente disponible a la escucha y dirigirse a los niños delante de sus padres, es la clave del trabajo sutil en este modelo.
Se trata de ofrecer un lugar a la palabra y a la escucha acogiendo la singularidad de cada familia , favoreciendo el encuentro entre los padres y los hijos con otras familias y entre todos y con el profesional de acogida para compartir y reflexionar las dificultades y las interrogaciones que surgen en la vida cotidiana con respecto a los hijos.
He de aclarar que no se reproduce estrictamente el modelo de dispositivo propuesto por Doltó para la Maison Vert (1) pero es interesante como definió ella lo que aquí sucede , “un lugar donde los pequeños pueden jugar, relacionarse con sus padres y desarrollar una vida social desde su nacimiento. Un lugar para todos aquellos padres que a veces se sienten muy solos con los problemas cotidianos que tienen con sus hijos. No es ni una escuela maternal (“guarderia”) ni un centro de juegos ni una clínica, es una casa donde las madres, los padres, los abuelos y las cuidadoras son acogidos y donde los pequeños encuentran amigos”
Aventurarse a ser padre o madre en estos tiempos no es es sin presiones. El ejecicio de la paternidad/maternidad bajo presión se orienta hacia el perfeccionismo y el consumismo. Así pues, casi sin querer ni planteárselo mucho se comienza una carrera de consumo de modelos y recetas educativas. Y como cada uno es hijo de su época - y también de otras – resulta que muchas de las angustias que surgen a los padres y las madres armonizan con las que trasmite la sociedad: ¿seré demasiado rígido? ¿Le estaré prestando poca atención al juego o a la improvisación de las criaturas? ¿Estoy cayendo en la sobreprotección? ¿O será al contrario y les dejo expresarse libremente a sus anchas en exceso?
Frente a todas estas preguntas entre otras, mi posición es que ninguno sabe de antemano exactamente que es bueno o correcto para una criatura en particular, o mejor dicho que no existe una manera apropiada y universal para educar a los niños y niñas. En pocas décadas hemos pasado de un modelo familiar autoritario a uno permisivo, y actualmente se está buscando un lugar entre la rigidez y el diálogo. Después del best seller (“mejor vendido”) Método del Dr.Estivill (2) que ofrecía – y sigue haciéndolo– respuestas a los padres agotados por la falta de sueño fue tomando fuerza la Teoría del Apego(3) en sus distintas versiones.
Podría decirse que algunas veces uno es testigo de cómo el otro arma su jugada y otras veces, tu intervención apunta a desdramatizar pequeños dramas cotidianos.
Nos encontramos una vez a la semana para explicarnos cosas y jugar de manera informal. Para funcionar tenemos unas reglas mínimas porque en la vida existen los límites y este espacio de convivencia es una continuidad: el adulto debe permanecer con el niño/niña todo el tiempo; nos quitamos zapatos ya que suelo y colchonetas son compartidos por los bebés; cada día al llegar el adulto acompañante apunta en la pizarra primero el nombre del niño o niña, la edad y luego el suyo y por último,antes de marcharnos recogemos y ordenamos entre todos.
Sabemos que jugar es una fuente inagotable de placer, alegría y satisfacción, que favorece el desarrollo físico y emocional, la inteligencia, la afectividad, y la sociabilidad.
Un niño que juega es un niño sano. Al jugar se despiertan los sentidos, se descubre el propio cuerpo, se gana fuerza muscular y se coordinan movimientos.
Jugar es también una manera de convivir y de reforzar los lazos familiares acompañado por mamá y papá, aprenderá a dejarse guiar, a gozar de la complicidad con los seres queridos. Porque. Y jugando con iguales comprenderá que existen unas reglas determinadas que deben seguirse para poder jugar, aprenderá a conocer a los demás, a esperar el turno, a aceptar la frustración.
Aprenderá a expresar emociones y a resolver problemas, a interiorizar normas y pautas de comportamiento social. El juego despertará su curiosidad, su sentido del humor y su capacidad de esfuerzo.
Aventurarse a ser padre o madre en estos tiempos no es es sin presiones. El ejecicio de la paternidad/maternidad bajo presión se orienta hacia el perfeccionismo y el consumismo. Así pues, casi sin querer ni planteárselo mucho se comienza una carrera de consumo de modelos y recetas educativas. Y como cada uno es hijo de su época - y también de otras – resulta que muchas de las angustias que surgen a los padres y las madres armonizan con las que trasmite la sociedad: ¿seré demasiado rígido? ¿Le estaré prestando poca atención al juego o a la improvisación de las criaturas? ¿Estoy cayendo en la sobreprotección? ¿O será al contrario y les dejo expresarse libremente a sus anchas en exceso?
Frente a todas estas preguntas entre otras, mi posición es que ninguno sabe de antemano exactamente que es bueno o correcto para una criatura en particular, o mejor dicho que no existe una manera apropiada y universal para educar a los niños y niñas. En pocas décadas hemos pasado de un modelo familiar autoritario a uno permisivo, y actualmente se está buscando un lugar entre la rigidez y el diálogo. Después del best seller (“mejor vendido”) Método del Dr.Estivill (2) que ofrecía – y sigue haciéndolo– respuestas a los padres agotados por la falta de sueño fue tomando fuerza la Teoría del Apego(3) en sus distintas versiones.
En este espacio no se ofrece ningún tipo de recetario ni un manual con soluciones únicas.
En primer lugar porque no se puede demostrar que exista una única forma aceptable de vivir la infancia y por otra parte porque si aquí hay una orientación, esta es justamente alejarse de estereotipos ideológicos que saben anticipadamente lo que es bueno o no para una sujeto o familia en cuestión.
En todo caso lo que se hace es estar al lado, orientada por de la experiencia de Doltó y el psicoanálisis desde el respeto y guíada por las necesidades en singular de lo que se trata aquí es más bien dejar madurar y a la vez modular las normas y el ejercicio de la libertad, la socialización familiar, la importancia del juego, de los ritos de paso y las separaciones de crecimiento (ayudar y preparar a la separación del vínculo estrecho madre‐hijo).Podría decirse que algunas veces uno es testigo de cómo el otro arma su jugada y otras veces, tu intervención apunta a desdramatizar pequeños dramas cotidianos.
¿Cómo funciona?
Nos encontramos una vez a la semana para explicarnos cosas y jugar de manera informal. Para funcionar tenemos unas reglas mínimas porque en la vida existen los límites y este espacio de convivencia es una continuidad: el adulto debe permanecer con el niño/niña todo el tiempo; nos quitamos zapatos ya que suelo y colchonetas son compartidos por los bebés; cada día al llegar el adulto acompañante apunta en la pizarra primero el nombre del niño o niña, la edad y luego el suyo y por último,antes de marcharnos recogemos y ordenamos entre todos.
Sabemos que jugar es una fuente inagotable de placer, alegría y satisfacción, que favorece el desarrollo físico y emocional, la inteligencia, la afectividad, y la sociabilidad.
Un niño que juega es un niño sano. Al jugar se despiertan los sentidos, se descubre el propio cuerpo, se gana fuerza muscular y se coordinan movimientos.
Aprenderá a expresar emociones y a resolver problemas, a interiorizar normas y pautas de comportamiento social. El juego despertará su curiosidad, su sentido del humor y su capacidad de esfuerzo.
...Y también mientras todo esto va pasando reutilizamos envases e inventamos y construímos juegos y juguetes.
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